EL DÍA A DÍA EN LA CASITA DE LA HUERTA
Cada mañana recibo a los niños con un afectuoso saludo y, por qué no, si el niño lo necesita, lo cojo en brazos o lo siento junto a mi para que disfrute de un vaso de leche calentita y un bizcocho que elaboraron los niños el día anterior. Los padres entran Al espacio dando un poco de tiempo para que el niño pase de un ambiente a otro.
¿Qué se cocina hoy que huele tan rico? La comida hierve todavía en el fuego y uno de los pequeños se decide por coger algunos de los juguetes que están en la cocina o, por qué no, a abrir la puerta de un armario y sacar la cacerola más grande. Pero no dura mucho en la cocina, enseguida corretea hacia la sala y comienza libremente otro juego. Los pequeños no están mucho tiempo en el mismo sitio, ni con el mismo juego, ya que su impulso natural es moverse en libertad y conocer todo lo que les rodea. La casa está adaptada a las necesidades de exploración de los pequeños, el ambiente es seguro y protector. Ahora despedimos a los padres que tienen que irse y les deseamos un día muy feliz, tan feliz como el que vamos a tener nosotros, pero antes, hacemos una ronda estacional juntos.
Continúa la actividad mientras estoy muy atento a los niños y a mis propias tareas como cocinar, preparar el almuerzo, limpiar la casa, reparar algún mueble o juguete, etc. ¿Y los niños? Los niños están jugando, por supuesto, la actividad más seria y más importante para ellos, pero hay quien prefiere ayudarme con las actividades que estoy realizando. ¡Es la hora de almorzar, pero todavía hay que esperar un poquito! Con todo bien ordenado, podemos cantar una sencilla canción, recitar poesías y bailar para después irnos a lavarnos las manos y comer. Hay que poner la mesa y algunos participan y otros tienen bastante con mirar. Ahora sí, en la mesa, con toda calma y tranquilidad, podemos cantar al Sol, al Cielo y a la Tierra, para dar las gracias por la comida tan rica que nos vamos a comer. ¡Buen provecho! Se hace el silencio. Bueno, y ahora ¿qué? Los niños mayores se cepillan los dientes y ayudan a quitar la mesa, fregar los platos y barrer el suelo.
¡Ya hemos estado demasiado en casa! Después de quitarnos las zapatillas nos ponemos los zapatos y nos abrigamos muy bien. Llegó la hora de tomar el sol o saltar en los charcos y de respirar aire fresco. Bajo mi atenta mirada, los niños juegan incansablemente en el jardín, escalando un árbol. haciendo castillos de arena, columpiándose o riendo con alguno de mis juegos de regazo. En nuestro paseo por los huertos nos encontramos con "la abuela Carmen" que nos informa que los membrillos están en fruto, así que los recolectamos en una cesta y los llevamos a casa para elaborar un dulce que hará las delicias de grandes y pequeños.
¡Hola querida casa, ya estamos aquí! Los niños mayores se toman todo el tiempo necesario para quitarse el abrigo, los zapatos, y ponerse las zapatillas, mientras que a los más pequeños hay que ayudarles. Llega el momento mágico del día, ¡el cuento!, al que muchas veces vienen los papás, mamás o abuelas. Después de despedir a los niños que no se quedan a comer, preparamos la mesa para comer un rico y ecológico manjar. Ahora todos necesitamos descansar. Una bonita canción de cuna, cantada con amor, nos ayuda a dormir. No hay nada más reparador que una buena siesta.
La jornada casi ha terminado. Despertamos a los niños poco a poco, con cariño y dulzura. , Ya vienen mamá y papá y les comentamos las maravillosas aventuras de sus hijos y las noticias más relevantes de lo ocurrido durante el día.
¡Hasta mañana!